Mi relación con el yoga empezó mucho antes de que yo supiese que me estaba iniciando.
Desde muy pequeña me he sentido siempre muy atraída por lo “espiritual” y la cosmología. Hay una frase que dijo un profesor, cuando iba al colegio, en clase de ciencia, que se me quedó grabada a fuego: «Estamos hechos de la misma materia que el universo, que las estrellas, que los planetas»
Y entonces, desde muy pequeña, empecé a investigar, a leer, incluso a sentir. Aquí ya empezaba a despertar, podría decirse que ya empecé a “hacer yoga”.
En 2015 un compañero de trabajo con el compartía muchas horas me empezó a llamar Siddhartha, por todas las cosas de las que le hablaba, por cómo hablaba del universo, de las estrellas, de la energía, de los egos y los apegos y entonces leí este fantástico libro de Herman Hesse que junto a otros se han convertido en mis MUST READ.
Este mismo año, acumulé muchísimo estrés, demasiadas cosas de las que me había cargado. Fue entonces, cuando mi cuerpo sintió “la necesidad” de canalizar toda esa energía descontrolada y apareció ante mí el Hatha Yoga.
Empecé a practicar a través de un curso online. Igualmente fui autodidacta, leí muchísimos libros, muchísimos blogs, vi muchos vídeos y practiqué mucho, pero sentía que necesitaba saber más y entonces me decidí por hacer el Curso de Instructora de Yoga, no con la intención de ser profesora, sino por mí, para tener más conocimiento de lo que para mí es UNA FORMA DE VIDA.
A día de hoy, adoro compartir YOGA con los demás, porque me parece un estilo de vida increíblemente reparador y sanador.